La Educación Virtual en México
México cuenta con una población juvenil de más de veinticinco millones de habitantes y en aumento, según cifras del INEGI. El panorama que se ofrece a los jóvenes de edades entre 17 y 24 años es desalentador en un gran porcentaje de los casos. De esos 25 millones, por lo menos la mitad viven en pobreza, los que significa que sus esperanzas de superación a través del estudio dependen de las universidades públicas.
Ante la falta de inversión y los recortes presupuestales, la matrícula que ofrecen las universidades públicas es gravemente insuficiente para cubrir la demanda. La UNAM por ejemplo, cuenta con una matrícula total de aproximadamente doscientos mil alumnos de nivel licenciatura (1), mientras que la UAM reporta un global de cincuenta mil alumnos inscritos, según cifras de 2014 (2).
Las estadísticas en el empleo no son mejores: alrededor del 65% de los jóvenes egresados de bachillerato enfrentan dificultades para colocarse en un trabajo(3).
Según Hugo Aboites, actual rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) desde el gobierno federal se impulsa una perspectiva de futuro para los jóvenes de “país maquilador, de mano de obra barata”. A esto se suma, indicó, la propia política restrictiva de las universidades públicas de “no abrir su matrícula, y poner en los hechos una jaula de hierro a las aspiraciones de miles de estudiantes que al concluir su bachillerato no tienen a donde ir, y caen en un círculo depresivo del que no encuentran salida, porque sienten que todo lo hacen mal, que no sirven para nada y que ya no tienen ningún futuro”.
Por su parte, Hugo Casanova, especialista del Instituto de Investigación sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, afirmó que enfrentamos un “problema estructural, ya que no tenemos una política de Estado coherente que pueda dar salida a esta demanda creciente, pues entre 75 y 80 por ciento de los jóvenes está fuera de la atención superior, y esto es un atentado del Estado mexicano contra su propia sociedad, y si no se encuentran los canales para dar salida a tanta presión, entonces enfrentamos estos escenarios de enorme polarización, e incluso de explosión social”(4).
Ante ese escenario surge la Educación en Línea o Virtual como opción para brindar oportunidades de acceso a la educación pública superior a jóvenes o adultos con deseos de superación pero que no lograron un lugar en las universidades tradicionales o bien, cuyas actividades laborales o familiares no les permiten desplazarse al lugar de estudios.
La Educación Virtual es una especialización de la educación abierta y a distancia y que como éstas tiene una dinámica particular .En principio están los estudiantes que tienen características diferentes a los de sistemas presenciales. Quienes eligen los programas de educación virtual tienen motivos muy particulares, que pueden ser de tipo personal, familiar, laboral, por lejanía o falta de tiempo o de tipo académico, porque no lograron colocarse en el programa presencial de su elección, porque causaron baja en otro sistema, o porque se les dificulta desempeñarse en los sistemas presenciales, porque requieren avanzar a su propio ritmo.
Por sus características, los programas en línea fortalecen el estudio independiente y la autogestión, ya que permiten que el alumno defina el ritmo de estudio, la intensidad, el lugar donde lo realiza, la metodología que va a utilizar, etc.
La plataforma, sobre todo en los programas de grandes instituciones, se desarrolla por equipos especializados y se presenta de una manera estructurada, en una forma más o menos flexible, dependiendo del enfoque pedagógico de la institución. Por ello, los contenidos, lecturas, actividades, espacios de interacción e instrumentos de evaluación están diseñados de tal forma que van ser utilizados también de manera autogestiva por los alumnos. Se incluyen diversos espacios que permiten la comunicación síncrona y asíncrona entre estudiantes y docente y, dependiendo su flexibilidad, se realizará un diálogo simulado o real.
Las instituciones que ofrecen esta modalidad de estudio participan de una corriente internacional de transformaciones educativas basadas en el uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC), cuya expansión se inició a mediados de los años noventas del siglo pasado, y lo hacen a través de sus propias capacidades internas, sus redes y relaciones con el entorno y adaptándose al tipo de población que atienden o desean atender. En las organizaciones educativas, es notable la existencia de agentes innovadores que de manera individual crearon una nueva manera de expandir las capacidades de enseñanza basándose en las tecnologías de multimedia y de comunicación.
El resultado de esta rápida evolución ha sido, entre otros, que la EV representa ya un importante mercado en la sociedad de la información, del cual México no es la excepción. Ello implica la presencia de actores económicos e institucionales en un entramado global, con intereses tanto económicos como políticos y de orden simbólico.
En la actualidad se cuenta en México alrededor de treinta universidades públicas en línea cuya oferta educativa a nivel licenciatura abarca las áreas de Humanidades, Ciencias Básicas y Contables-Administrativas. Las matrículas suben como la espuma, un ejemplo: la Universidad Abierta y a Distancia de México (UNADM), dependiente de la SEP y cuyo decreto de creación apenas se publicó en 2012, hoy cuenta con una matrícula de más de cincuenta mil alumnos.
No existen pretextos para no ofrecer a los jóvenes y a todo aquel que desea continuar con sus estudios la oportunidad de hacerlo a través de la modalidad en línea: se cuenta con las instituciones, el presupuesto, la tecnología y cada vez más expertos en pedagogía en ese ámbito educativo. No hay razón para condenar a millones de jóvenes a la frustración, a un empleo mal pagado de por vida, a enlistarse en los cuerpos policiacos o castrenses y en el peor de los escenarios a la delincuencia al cerrarles todas las posibilidades para realizar sus sueños.
Como sociedad debemos solidarizarnos y denunciar la gravedad del problema y exigir soluciones a través del uso eficiente y transparente de los recursos públicos. Los que fuimos afortunados y obtuvimos un lugar en alguna universidad pública de prestigio no debemos apartar la vista de aquellos que nos preceden y debido a la realidad nacional actual son privados no tanto de un privilegio como de un derecho.